sexo, cervezas y algunas otras cosas

11.14.2006

Hay un tiempo para cada cosa..

Alguien me ha dicho en los últimos días que empezamos a tener época. Esto es, más o menos, que determinadas canciones, ciertos modos de vestir, algunos traumas sociopolíticos y los dibujos cándidos de la tele ya son de una época que no es esta. Que son "de nuestra época". Mierda!!! Cualquier día un niñato me cede el sitio en el autobús y le tengo q meter de yoyas!!

Sin embargo, es verdad, que hubo un tiempo. Tiempo en el que éramos felices, aunque entonces, no sabíamos qué era eso de la felicidad.

De aquella época recuerdo algunos vestidos, los patines, los veranos en el pueblo y que me gustaba el cantante de Europe. Recuerdo la cuesta del patio, por la que bajábamos corriendo y gritando y subíamos remoloneando, esperando siempre a que vinieran todos, solo para ser más y tirar pelotas a los árboles para ver cómo se precipitaban las ojas secas al caer. Y recuerdo que me sentía como Juana Hasuki en el saque de voleyball.

Si, efectivamente hubo un tiempo. Un tiempo en el que las facturas del teléfono o el llegar tarde a trabajar no me preocupaban. Un tiempo en el que no tenía que decidir cuándo y con quién y a dónde me iba de vacaciones. Un tiempo en el que no tenía que trazar planes estratégicos para gobernar mi vida. Un tiempo en el que los chicos te pedían salir y luego alguien cortaba. Un tiempo en que la comida estaba puesta en la mesa cuando llegabas a casa y que la lavadora era eso que hacía ruído y no te dejaba dormir los sábados por la mañana y los amigos eran para toda la vida. Y luego vino el tiempo de la revolución.

Muchos de los que me conocen piensan que Castel fue el punto de inflexión en mi vida. Eso tiene algo de cierto, y algo de no. Es cierto que fue muy importante en mi vida. Pero también lo es que coincidio con el cambio a la universidad, con mi primer trabajo, con cambios de amigos y con mis primeras veces de muchas cosas más. Cosas a las que me costó mucho adaptarme y que supusieron el fin de "mi época".

Sin embargo, en esa nueva etapa, fuera ya de mi época, descubrí que se puede pedir besos, auxilio y comida por teléfono, que viajar te despeja la mente, que desde miles de kilómetros pueden pasarte una notita que te haga sonreír o compartir contigo una canción, y que alguien que se ponía de portero, y a veces salía corriendo y disparaba a puerta puede regalarte un video a golpe de click, para que puedas saber qué se siente al marcar un gol y emocionarte cuando menos te lo esperas.

En esa etapa descubrí que había conseguido leerme todos los libros de teatro clásico que conocía, y que prefería leer la wikipedia y escribir. Descubrí que me gustaba nadar, y conducir y que la montaña rusa te da algo más de adrenalina que la cuesta del colegio. Y descubrí que es más divertido colarte en una fiesta de una empresa que no es la tuya y cenar y beber gratis que gastarte el dinero que te daban tus padres. Descubrí también que se hacen más juguetes para mayores que para niños y que los verdaderos amigos son pocos, pero es un placer exquisito el tenerlos presentes, el reconocer valores y lenguajes comunes, y disfrutar de una caña juntos, de vez en cuando o simplemente de un intercambio de clicks.

Con todo esto solo quiero decir que si hubo un tiempo, una época, maravillosa en la que reíamos y llorabamos y eramos felices sin saberlo, ahora vivimos en una época en la que somos más ricos, más libres, y más sabios que nunca y más guapos, más apasionados y más divertidos de lo que seremos jamás. La vida nos va cambiando y hay una época distinta para cada edad. Los mejores años de nuestra vida son estos y hoy.. hoy es siempre todavía.