sexo, cervezas y algunas otras cosas

6.01.2006

Como una ola

Como una ola. Tu amor llegó a mi vida como una ola... Unas mil veces me lo habrá cantado Verónica entre lágrimas y entre risas unas mil veces más. Es su canción. No me cabe duda. Pero de todas, la mejor fue aquella noche en una calita entre la playa de Levante y la de Poniente en Benidorm, subidas en la silla del socorrista, mirando a las estrellas y llorando las penas, cuando unos que hacían un botellón nos confundieron con lesbianas.

Resultó, como resulta siempre en Benidorm, que aquellos también eran de Madrid, y que también conocían a Verónica así que nos quedamos con ellos haciendo botellón y agarramos una de las borracheras más divertidas que recuerdo. Entre risas, las dos confesamos que jamás habíamos hecho top-less, y que jamás, jamás, lo haríamos.

Solo una vez. Una sola vez en mi vida he hecho top-less y fue la tarde del día siguiente. En medio del mar, en un patinete, nos arrancamos los bikinis y nos quedamos dormidas hasta que nos despertaron dos vigilantes en su motora... En fin. No coments.

De aquellos días tengo tantos recuerdos... Ya ves, un viaje inesperado que surge porque una amiga te pide que la acompañes al último rincón del mundo a pensar, a sufrir con ella, a compartir el silencio y la pena y en el medio del camino descubres que también te puedes reír y que sobre todo puedes encontrar paz: el atardecer sobre el mar desde la terraza del hotel en el que nos colamos, un Martini en la mano y el calor del sol acumulado en la piel.

Es lo que tiene el mar, lo mismo que las amigas, que a veces es tempestad y te toca ser la enhiesta roca que firme aguarda su vaivén y otras, cuando menos te lo esperas, te da paz y tardes de risas. Como las olas. Como una ola

Descanse en paz.