sexo, cervezas y algunas otras cosas

11.21.2006

Genio y Figura

Siempre me ha parecido que una mujer es mucho más erótica en lo que esconde, que en lo que enseña.

Pienso, por ejemplo, en una bailarina de danza del vientre y, entre pañuelos, monedas, cadenas y demás historias, apenas enseña el ombligo y los ojos. Y sin moverse del sitio (como mucho en un metro cuadrado) puede levantar el fuego y las más ardientes pasiones.


Otro mito erótico, Marilyn Monroe, jamás se hizo una foto más exhibicionista que la del vestido blanco, y en ella solo se ven las piernas. Es lo que esconde, ese juego, a ver si da un poco más de aire...


Pienso también en la siempre sensual y arroyadora Ava Gardner, con esos ojos devorando el mundo y en Rita Hayworth, convirtiendo en mito un fino guante de raso.


La historia del erotismo reside en la esencia de cada cultura. Desde la antigüedad las mujeres más nobles se tapaban y vestían de colores claros, o brillantes para distinguirse de aquellas que tenían que estar más cómodas, más sucias y más expuestas para trabajar en el campo, para no asfixiarse en las cocinas o para no enredarse los bajos de sus faldas por entre los animales y las cosas de trabajar.


Poco a poco, la vida se hace más dinámica, más ágil y la mujer se involucra más perdiendo parte de esos viejos remilgos. Enseña los tobillos, y luego la pantorrilla, y luego, deja, exhibicionista y coqueta, que la tela de su vestido resbale directamente sobre los encajes de su ropa interior. Se ciñe al cuerpo, se destapan las piernas, los pantalones, y luego llegan los años sesenta... Y desde entonces se enseña absolutamente todo.


No deja de parecerme curioso lo paralela que transcurre la historia de la seducción con la de la evolución humana y el desarrollo industrial. Y cómo, en ambas circunstancias, conquistado un nuevo terreno, una parcela menos de ropa, o un avance tecnológico, no tienen vuelta atrás.


Por eso me ha encantado descubrir esta foto. Ese culo, escondido tras puntillas que podrían considerarse como mínimo antilividinosas, es nada menos que el de Arancha Sanchez Vicario, y la foto es de 1995 (IV Premio Europeo Fujifilm de Fotografía de Prensa). A primera vista podría parecer una de esas mujeres de los años veinte, de cuando aún las mujeres escondían más de lo que enseñaban, a la que se le hubiera dado un poco más de aire... Pero Arancha, que siempre ha sido genio y figura debió pensar algo así como que... si se van a ver, que tengan bien claro que una equis marca el tesoro.


Eso es seducción y no lo de la Kournikova!! Esa es Arancha Sanchez Vicario: Genio y Figura!!

11.16.2006

Esta mañana..


Hacía una de esas mañana poéticas del otoño. La foto no es muy buena, pero quería compartir con vosotros estas vistas maravillosas que me encuentro cada mañana al ir a currar. A veces la vida te enseña una mega sonrisa, y tienes que aproechar para echarle fotos..

11.14.2006

Hay un tiempo para cada cosa..

Alguien me ha dicho en los últimos días que empezamos a tener época. Esto es, más o menos, que determinadas canciones, ciertos modos de vestir, algunos traumas sociopolíticos y los dibujos cándidos de la tele ya son de una época que no es esta. Que son "de nuestra época". Mierda!!! Cualquier día un niñato me cede el sitio en el autobús y le tengo q meter de yoyas!!

Sin embargo, es verdad, que hubo un tiempo. Tiempo en el que éramos felices, aunque entonces, no sabíamos qué era eso de la felicidad.

De aquella época recuerdo algunos vestidos, los patines, los veranos en el pueblo y que me gustaba el cantante de Europe. Recuerdo la cuesta del patio, por la que bajábamos corriendo y gritando y subíamos remoloneando, esperando siempre a que vinieran todos, solo para ser más y tirar pelotas a los árboles para ver cómo se precipitaban las ojas secas al caer. Y recuerdo que me sentía como Juana Hasuki en el saque de voleyball.

Si, efectivamente hubo un tiempo. Un tiempo en el que las facturas del teléfono o el llegar tarde a trabajar no me preocupaban. Un tiempo en el que no tenía que decidir cuándo y con quién y a dónde me iba de vacaciones. Un tiempo en el que no tenía que trazar planes estratégicos para gobernar mi vida. Un tiempo en el que los chicos te pedían salir y luego alguien cortaba. Un tiempo en que la comida estaba puesta en la mesa cuando llegabas a casa y que la lavadora era eso que hacía ruído y no te dejaba dormir los sábados por la mañana y los amigos eran para toda la vida. Y luego vino el tiempo de la revolución.

Muchos de los que me conocen piensan que Castel fue el punto de inflexión en mi vida. Eso tiene algo de cierto, y algo de no. Es cierto que fue muy importante en mi vida. Pero también lo es que coincidio con el cambio a la universidad, con mi primer trabajo, con cambios de amigos y con mis primeras veces de muchas cosas más. Cosas a las que me costó mucho adaptarme y que supusieron el fin de "mi época".

Sin embargo, en esa nueva etapa, fuera ya de mi época, descubrí que se puede pedir besos, auxilio y comida por teléfono, que viajar te despeja la mente, que desde miles de kilómetros pueden pasarte una notita que te haga sonreír o compartir contigo una canción, y que alguien que se ponía de portero, y a veces salía corriendo y disparaba a puerta puede regalarte un video a golpe de click, para que puedas saber qué se siente al marcar un gol y emocionarte cuando menos te lo esperas.

En esa etapa descubrí que había conseguido leerme todos los libros de teatro clásico que conocía, y que prefería leer la wikipedia y escribir. Descubrí que me gustaba nadar, y conducir y que la montaña rusa te da algo más de adrenalina que la cuesta del colegio. Y descubrí que es más divertido colarte en una fiesta de una empresa que no es la tuya y cenar y beber gratis que gastarte el dinero que te daban tus padres. Descubrí también que se hacen más juguetes para mayores que para niños y que los verdaderos amigos son pocos, pero es un placer exquisito el tenerlos presentes, el reconocer valores y lenguajes comunes, y disfrutar de una caña juntos, de vez en cuando o simplemente de un intercambio de clicks.

Con todo esto solo quiero decir que si hubo un tiempo, una época, maravillosa en la que reíamos y llorabamos y eramos felices sin saberlo, ahora vivimos en una época en la que somos más ricos, más libres, y más sabios que nunca y más guapos, más apasionados y más divertidos de lo que seremos jamás. La vida nos va cambiando y hay una época distinta para cada edad. Los mejores años de nuestra vida son estos y hoy.. hoy es siempre todavía.