sexo, cervezas y algunas otras cosas

4.23.2006

El dia que yo fui feliz


Había una canción de Cristina y los Subterráneos que decía algo así como...

"El día que yo fui feliz
nadie tocaba el violín
ni una maldita florecita
ni arcoiris sobre mí

El día que yo fui feliz
nunca pensé que fuera así
y como nadie me avisó
no me di cuenta y me dormí"


Algo así han sido los últimos domingos. Una felicidad rara. No buscada, no esperada, diferente a lo que cualquiera hubiera podido soñar: un gay, un divorciado, dos niñas pequeñas, dos tías excéntricas y un monovolúmen. comer perritos en el Ikea y luego un picnic en el parking. Y reír. Reír sin más pretensiones. Sin más. La felicidad como un regalo. Como el sol.
No sé si lo habéis notado, pero últimamente estoy menos cínica.

A lo mejor es que le estoy retomando el pulso a las cosas verdaderamente importantes en la vida.

Feliz domingo!

4.19.2006

La pasión

La Semana Santa trae consigo, habitualmente, momentos de pasión. Pasión religiosa, habitualmente. Los más piadosos salen a la calle, pasean sus vírgenes, sus cristos dolidos, y esa gente azotándose. Yo nunca he sido muy de procesiones, pero recuerdo que hace un par de años estuve en Cartagena y me empapé de ese "fervor" que va de salir a la calle, ver a los viejos conocidos, mirar lo que lleva uno y otro, ver a la pili, lo gorda que se ha puesto después de dar a luz, y a pepito y manolita que ya no están juntos. Y sin embargo, vi algo que me gustó.

Toda muy ceremoniosa, como se hace por allí, que todos son de familia militar, en la procesión del encuentro, San Juan lleva el dedo levantado marcando el camino que tiene que seguir la Virgen para encontrarse con su hijo. Las imágenes se bailan y la gente canta. En fin, aún se me ponen los pelos de punta. Recogimiento en la procesión del silencio y flores que llueven del cielo para el reencuentro de la madre con el hijo.

Nunca antes, ni después, para mi la Semana Santa había significado ese fervor.

La Semana Santa solía significar el despertar de la primavera hasta que un Jueves Santo, me enrollé con Castel. Fue nuestro primer beso. Después de tres años y medio. Luego, tres días solos en Madrid. Quedadas furtivas para ir al cine. Besos más furtivos al salir de clase. Miradas. Silencio. Luego, hacerlo público y ver la cara de alegría de Verónica. Hay cosas que no se pueden olvidar.

Desde entonces, la Semana Santa siempre me recuerda a él. Días plomizos, de brisa suave. La primavera a punto de estallar pero aún se pueden esconder unas manos discretas debajo del abrigo. La quietud. Madrid que pareciera una inmensa resaca donde convergen la alegría que aún dura de la fiesta inolvidable y un dolor de cabeza... Frente arrugada y oídos a punto de estallar, que le piden al mundo un poquito de quietud. Rendirte a la magia del momento porque sabes que sólo durará unos instantes y sonreír lleno de plenitud. Adoro esos días.

Sin embargo, esta semana ha sido algo distinta. Mucho de reencuentro -familia, amigos, pueblo, vida, coherencia,...- pero también mucho de fiesta. Recordando algunos momentos he pasado por el blog de Evita y no he podido evitar robarle esta foto. Fue de la última en casa de Sergio. Otro día me gustaría filosofar sobre las cosas que pasan de noche, que nunca pasarían de día; sobre lo desbarradas que acaban las fiestas y lo que pasa los domingos pero hoy, he quedado.
Disfrutar de la imágen, que no tiene desperdicio.

4.16.2006

Reconciliación

El pasado es una cosa extraña. En estas últimas semanas en las que por las circunstancias he estado mirando hacia atrás quizá un poco más a menudo de lo habitual me he dado cuenta de que mirar al pasado es como hacerlo a un caleidoscopio. Uno llena la base de cristales -de vivencias- de diferentes tamaños, formas y colores y cuando echa la vista atrás, esas mismas piezas se interpretan de una forma u otra según el estado de ánimo y de las relaciones personales que tiene uno cuando mira.

Estos últimos días de Semana Santa, al encontrarme de nuevo en esa casa, en la que de pequeña fui tan feliz, y los últimos años ha sido escenario de tantos malos rollos, de tanta búsqueda infructuosa de la estabilidad perdida, me he dado cuenta de que en algún rincón del camino olvidé muchos de mis principios, me dejé arrastrar por las circunstancias, por la vida y por mi propio mal humor.

He recordado que mi abuela me enseñó a ser prudente, tolerante, rebelde con las normas injustas y sobre todo, a juzgar las cosas en su justa importancia. Pero sobre todo, he recordado que lo más importante que me enseñó mi abuela es que la familia es lo primero, que uno ha de pelear a veces por ella y otras tener paciencia, pero cuando algo está quemando tu nido, pajarito, tocan a cagarte encima del incendiario.

Estos días me he reconciliado con mi pasado, con mi familia, y sobre todo, con una parte de mi misma que se quejaba poco, pero sufría mucho.

4.05.2006

vuelve el que nunca se fue

¿Cuántos sois? ¿Sois más de mil?
¡Os conozco! ¡Sois la Ira!
¡El Prejuicio! ¡La Mentira!
¡La Envidia cobarde y vil!...

¿Que yo pacte?... ¿Pactar yo?...
¡Te conozco, Estupidez!
¡No cabe en mi tal doblez!
¡Morir, sí! ¡Venderme, no!

Conmigo vais a acabar:
¡No importa! ¡La muerte espero
y, en tanto que llega, quiero
luchar... y siempre luchar!

¡Todo me lo quitaréis!
¡Todo! ¡El laurel y la rosa!
¡Pero quédame una cosa
que arrancarme no podréis!

El fango del deshonor

jamás llegó a mancillarla;

y hoy, en el cielo, al dejarla
a las plantas del Señor,

he de mostrar sin empacho
que, ajena a toda vileza,
fue dechado de pureza
siempre; y es ...

Roxana le besa y dice: Qué es? Di!

Cyrano: Ah! El sello de mi grandeza!!


Desde luego, sería genial leerlo en francés pero para los que quieran disfrutarlo en castellano, recomiendo la traducción de Jaime y Ana Campmany. Ahora que vuelve la primavera, me entran ganas de volver a leer poesía y de recuperar los viejos libros de teatro que tengo por casa. Por cierto, os incluyo también una convocatoria para la próxima representación de Cyrano de Bergerac en Madrid. En el centro cultural "El torito" de Moratalaz están haciendo un ciclo de teatro clásico que podéis seguír aquí.

Celebración:Viernes 21 de abril de 2006, a las 19 horas
Localidades:Se repartirán a partir de las 17 horas, hasta completar aforo
Organizadores:Ayuntamiento de Madrid. Distrito de Moratalaz
Ciclo: VII Certamen de Teatro Clásico de Moratalaz. La vida es sueño
Autor: Edmond Rostand (versión Paloma Mejía)
Compañía: Máscara Laroye